El Clásico Francés
· Equipo de Comida
Lykkers, el croissant es un símbolo de la repostería francesa que ha conquistado paladares en todo el mundo. Su forma de media luna y su textura hojaldrada lo convierten en un deleite irresistible para cualquier amante de los pasteles.
Ya sea acompañado de café por la mañana o como parte de un brunch, el croissant es un placer que no pasa desapercibido.
El croissant, originario de Viena, fue perfeccionado en Francia, donde se convirtió en un ícono de la gastronomía francesa. Su historia se remonta al siglo XIII, cuando se creó un pastel para la celebración de la victoria sobre los turcos en la Batalla de Viena, la forma de media luna simbolizaba la bandera otomana. No obstante, fue en el siglo XIX cuando los pasteleros franceses adoptaron esta receta, transformándola en el croissant que hoy conocemos.
Ingredientes
- 500 g de harina de trigo
- 300 g de mantequilla fría
- 10 g de sal
- 60 g de azúcar
- 10 g de levadura fresca
- 250 ml de agua fría
- 1 huevo
Preparación
Preparar la masa: en un recipiente grande, mezcla la harina, el azúcar y la sal. Disuelve la levadura en el agua fría y agrégala a la mezcla de harina. Amasa hasta obtener una masa homogénea. Deja reposar durante 30 minutos.
Incorporar la mantequilla: forma un rectángulo con la masa y coloca la mantequilla fría en el centro. Dobla los extremos de la masa sobre la mantequilla y aplana ligeramente.
Laminado: extiende la masa en un rectángulo grande, y luego dóblala en tercios. Repite este proceso de estiramiento y plegado al menos tres veces para crear capas.
Corte y forma corta la masa en triángulos y enrolla cada uno desde la base hasta la punta, formando la característica forma de croissant.
Fermentación: deja reposar los croissants en un lugar cálido durante 1-2 horas hasta que dupliquen su tamaño.
Horneado: precalienta el horno a 200 °C. Pinta los croissants con huevo batido y hornéalos durante 15-20 minutos, hasta que estén dorados y crujientes.
Los croissants más caros del mundo se pueden encontrar en el Corbin & King’s de Londres, donde un croissant con trufa negra se vende por más de 20 dólares. Esta delicia exclusiva combina ingredientes de alta calidad, como mantequilla de origen premium y trufas frescas.
Aparte del croissant clásico, existen variantes en diferentes culturas. Por ejemplo, en Argentina, el "medialuna" es un croissant más dulce y menos crujiente, que se disfruta a menudo con mate. En Francia, disfrutar de un croissant fresco con una taza de café se ha convertido en un ritual matutino. Esta tradición no solo deleita el paladar, sino que también crea momentos de conexión y disfrute en la mesa.
Hacer croissants en casa puede ser un desafío, pero también es una experiencia gratificante. La técnica de laminación exige tiempo y precisión, pero el resultado final es un bollo ligero y crujiente que realmente vale la pena. Así que, Lykkers, la próxima vez que saboreen un croissant, recuerden su rica historia y el arte que hay detrás de cada bocado. Ya sea que lo disfruten en una pastelería parisina o lo preparen en casa, el croissant siempre será un deleite digno de celebración. ¡Bon appétit!